«Hubo un tiempo en que nuestro orgullo consistía en decir que jamás dejaba de alumbrar el sol en los dominios españoles; hoy debemos aspirar a la realización más bella de esa frase, no por el derecho de la fuerza, sino por los vínculos de fraternidad y amor entre pueblos que tienen un mismo origen, una misma civilización y unas mismas aspiraciones». Palabras bien dichas que en 1869 el poeta sevillano José María Gutiérrez de Alba enderezó a Manuel Silvela, a la sazón ministro de Estado del gobierno provisional salido de la Revolución de septiembre del año anterior. Tan sensata exhortación caló hondo, porque meses más tarde ya estaba Gutiérrez de Alba en Bogotá, enviado por España para poner fin a una incomunicación que duraba cerca de setenta años. No paró quieto el sevillano ni sus logros fueron pocos, entre ellos la fundación de la Academia Colombiana de la Lengua, primera en aquel hemisferio. En 1881 se firmaría el primer Tratado de Paz y Amistad entre Colombia y España. Desde entonces, van para ciento cincuenta años de fecundo tráfico cultural entre ambos países, un legado que, sin embargo, dista de ser bien conocido. Con ocasión de la Feria Internacional del Libro de Bogotá de 2025 en la que España es país invitado, Revista de Occidente busca colmar esta laguna con un nuevo número que narra la historia cultural de Colombia a partir de la peripecia de algún migrante español que hizo su hogar en el país que baña el río Magdalena. La revista anuda así dos hebras de su propia historia: su vocación americana, explícita en los Propósitos que Ortega y Gasset redactó en 1923, y su compromiso con los autores del exilio, esa España peregrina de la que hablara José Bergamín y que encontró una tierra de acogida en América tras ser expulsada de su tierra natal en Europa. El número no habría sido posible sin el tándem que lo ha coordinado: Mario Jursich y Carlos Granés, dos reconocidos escritores que, en la mejor tradición de las buenas letras, ponen su talento al servicio de un mayor entendimiento del vínculo entre naciones. Lo suyo no es, con todo, un canto a la nostalgia, sino una incitación a nuevas empresas hispanocolombianas. Lean, si no, su magnífico ensayo introductorio, llamado a convertirse en referencia de la diplomacia cultural entre España y Colombia. Bordan el número, en fin, dos festones de los que cabe envanecerse: nada menos que unos poemas inéditos de Piedad Bonnett (Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2024) y una viñeta del pintor de origen valenciano Juan Antonio Roda, gran maestro de la pintura colombiana del siglo XX. Las piezas no podrían encajar mejor: si la serie de poemas de Bonnett lleva por título El arte de viajar, en la viñeta del maestro Roda adivinamos esa tierra removida y fatigada por las huellas de tanto peregrino.
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